Budistas tailandeses y como mi ego proyecta un problema hacia ellos.
Aquel día nos dirigimos al gran Palacio Real de Bangkok, un conjunto de construcciones y templos budistas con todo lujo de detalles y grandeza. Hacía mucho calor, de modo que íbamos con pantalones cortos y camisetas. En la entrada al Palacio, había un cartel que decía que no se podía entrar con esa vestimenta, cosa que se encargaría de hacernos ver un «tipo sospechoso» que estaba en la entrada. Nos mandaron ir a la otra puerta y allí encontramos a un hombre que nos hizo saber que estaban en ceremonia dentro del palacio y tendríamos que entrar un par de horas más tarde. Mientras tanto nos ofreció visitar tres templos budistas cercanos por tan solo 30 Bats (menos de 1€), para lo cual nos llevaría un Tuk-Tuk que son las típicas moto-taxi que rulan por Bangkok (bastante divertidas, por cierto). Tenía que haber alguna trampa ya que pese a que Bangkok es barato, con 30 Bats no le daría para pagar ni la gasolina del Tuk-Tuk. Pese a que era raro, accedimos a hacer el tour, pues era atractiva la oferta.
Visitamos los dos primeros templos y ya de cara al tercero nos paró en una tienda de trajes de estos tipo “Hugo Boss” o imitaciones del estilo. Entramos y salimos rápidamente de la tienda ya que comprar un traje no entraba en nuestras previsiones. De modo que vemos que a continuación nos para en una joyería donde nos dijo que deberíamos entrar y estar 10 minutos dentro. Fue entrar y salir ya que no pintábamos nada en aquel sitio tampoco. Entonces el rostro del hombre que nos conducía en su “Tuk-Tuk” mostraba un enfado considerable. Nos llevó al tercer templo a regañadientes y para cuando salimos él ya se había ido sin haber cobrado nada por los viajes, supongo que a probar suerte con nuevos clientes siguiendo la misma estrategia, si cuela cuela. Volvimos al Palacio Real en otro “Tuk-Tuk” que alquilamos y volvimos a ver a los tipos que trataban de desviar a la gente de la entrada para proponerles este tipo de planes alternativos. Pero en realidad no había problema para entrar ya que en el interior prestaban la ropa necesaria para visitar el templo.
La primera impresión al visitar los templos budistas me resultó una decepción. No me sentí bien, fue un choque frontal para mí. Mi mente interpretaba que, a pesar de la gran sabiduría dejada en muchos textos del budismo de los cuales yo había aprendido muchas cosas, allí había mucha gente utilizado el budismo tal y como aquí hacen muchos creyentes católicos. Dicho de otro modo, la gente buscando al Buda en el exterior en lugar de buscarlo dentro de uno mismo. Le hacían ofrendas, lo adoraban, tenían ciertas normas de vestimenta para no ofender al Buda, y, en general, no había demasiada diferencia entre una capilla católica y un templo budista. Tenía claro que un verdadero budista sería más fácil encontrarlo fuera de aquellos templos que dentro. En el fondo, me sentía decepcionado por lo que acababa de ver porque creía que los “budistas” serían más evolucionados.
Un par de días más tarde y gracias a la ayuda de la meditación que hacía a diario, vi que el problema lo tenía yo y no ellos. Y es que, ¿Quién era yo para decirles cómo deberían encontrar al «Buda»? Cada persona tiene su camino y yo estaba siendo irrespetuoso con el de ellos juzgándolos como «poco inteligentes» al no entender nada de lo que el budismo quería decirles. Al comprender mi error y mi problema, vi que el «poco inteligente» había sido yo, dado que me había dejado llevar por mis pensamientos y emociones negativas sin darme cuenta de ello. De modo que dejé de juzgar a los «buscadores budistas» y pasé a respetarlos y aceptarlos completamente. Había aprendido otra lección más y ya estaba en condiciones de disfrutar de los templos budistas y todos aquellos que se hacían llamar «budistas» lo fuesen o no, sin ningún problema.
Qué bueno saber de tus aventuras y reflexiones, Rubén.
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