La tranquilidad del mar
Durante aquellos días en las islas haría snorkeling todos los días. Había gran cantidad de peces de todos los colores y corales de todo tipo. Era maravillosa la sensación de estar ahí, rodeado de todo tipo de peces que incluso se acercaban hasta acariciarte en muchas ocasiones. Pero sin duda lo que más me atraía era la sensación de calma que había ahí abajo.
Todo estaba bien, no sentía que hubiese ningún problema y mi cuerpo se sumía en la relajación y placer de aquellos instantes. Tal vez esto era debido a que no tenía ancladas malas experiencias en mi subconsciente con respecto al mar, al sonido dentro del agua, a la flotabilidad, a los peces, y posiblemente estaba «recordando» la sensación de estar en «el vientre de mi madre» en plena calma y tranquilidad, sin que hubiese ningún problema.
Cuando estaba en el agua sentía tanta calma que me querría quedar allí todo el tiempo. Dado que eso no era posible porque todavía no me habían salido aletas y agallas, traté de recordar al menos esas sensaciones, ese estado que sentía. Si era posible sentirse así de bien bajo el agua, tendría que ser posible sentirse así fuera de ella. De modo que progresivamente (y con ayuda del Reiki y la meditación) me fui sumiendo progresivamente en más calma los siguientes días hasta llegar a sensaciones similares con los pies en la tierra también. Sin duda todo un alivio no tener que convertirme en un pez extraño para disfrutar de aquellas sensaciones que sentía bajo el mar…
Muchas personas viven permanentemente en un incómodo estado de «stress crónico”. Al no conocer otra forma de «ser», llega a considerarse ese estado como «normal» y lo peor es que uno puede pasarse toda la vida sin darse cuenta de que está haciendo de cada instante un «sufrimiento» absurdo e innecesario. Mi consejo es que cada vez que te sientas bien, en calma, pleno, etc. recuerdes esas sensaciones y las tomes como referencia y baremo. Entonces, en aquellos momentos donde no te sientas tan bien, sabrás que hay cosas que mejorar y que merecerá la pena seguir trabajando día tras día contigo mismo para disfrutar de una vida mejor.
Abrazos…
Rubén Bouso
El contacto con el mar resulta una inestimable ayuda para reencontrarnos con nuestro equilibrio. Recuerdo cómo cuando me sentía estresado con la carrera, volvía al mar y decía que así «me reencontraba conmigo mismo». Ahora creo entender mejor el porqué, pero el reto está en saber mantener esa paz, cuando uno no siente tan de cerca la paz que transmite el paisaje marítimo.